Existen prácticas y creencias, a veces muy arraigadas, que nos hacen pensar que no estamos dañando al ambiente ni afectando nuestro bolsillo, cuando puede ser todo lo contrario.
A continuación, algunas de las más comunes en nuestras casas y sitios de trabajo:
Los equipos eléctricos, si están apagados, no consumen combustible: en realidad existe lo que se conoce como el consumo fantasma, así que una buena práctica es acostumbrarse a desconectarlos cuando los dejamos de usar. No está de más en un país donde abunda la rayería en época lluviosa.
Utilizar madera fomenta la deforestación: esto es falso, ya que si la madera proviene de una plantación forestal o bosque certificado, es garantía de que se sigue un proceso que no daña el ambiente y que incluso apoya a pequeños productores forestales. Hay otros materiales de construcción que, por el contrario, tienen una huella ecológica y de carbono muy alta.
Es más eficiente dejar el aire acondicionado en funcionamiento cuando no se está que apagar la unidad y volver a enfriar el sitio al llegar: es mucho más ineficiente y costoso dejar el aire encendido por horas, que apagarlo cuando no se está usando y volver a enfriar la habitación al regresar. Lo ideal, claro, está, sería utilizar al máximo la ventilación natural o no bajar demasiado la temperatura.
Los mejores detergentes y champús hacen espuma: es equivocado pensar que un producto es más efectivo y limpia más porque hace espuma. Al contrario, muchos suelen dañar gravemente nuestras fuentes de agua. Lo mejor es elegir productos biodegradables.
Las ollas y los sartenes pequeños gastan menos no importa el tamaño del disco de la cocina: esto es falso, ya que si los tamaños de estos recipientes no coinciden con el disco, implican un gasto de energía. Si son más pequeños que el disco, dejan escapar el calor, y si son más grande, retardan el proceso de cocción.
Limpiar la parte trasera del refrigerador no ahorra energía: en realidad sí lo hace, ya que la acumulación de polvo reduce el rendimiento y aumenta el consumo de energía. Por eso se recomienda limpiarla por lo menos tres veces al año.
Dejar un ventilador encendido ayuda a enfriar una habitación: este solo circula el aire y ayuda a las personas a sentirse menos acaloradas pero no influye en la temperatura. Así que si nadie está en la habitación, representa un gasto innecesario de energía.
Un congelador vacío gasta menos energía: al contrario, los alimentos congelados ayudan a conservar el frío, por lo que si no tiene suficientes, llene con agua algunos recipientes e introdúzcalos en el congelador.
Posteado por Costa Developers
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